sábado, 28 de mayo de 2016

King Kong Contra Godzilla, de Ishiro Honda

En algún momento del espacio de tiempo que va de 1933 a 1962, alguien pensó que sería una buena idea dejar de utilizar la técnica de stop motion para King Kong por estar demodé y que sería mucho mejor meter a un tío dentro del traje. Bueno, pues no lo fue. 

Y hasta aquí.

viernes, 27 de mayo de 2016

Marte, de Ridley Scott

Al principio parece un capítulo extendido de Bricomanía, cambiando al presentador por Matt Damon, eso sí. Pero luego ya se va asentando el asunto y el resto del reparto empieza a justificar su sueldo. Que sí, que con los años Jeff Daniels ha desarrollado gran habilidad en el gesto de torcer la boca y es algo que la gente lo agradece, pero yo soy el productor y tendría la mosca detrás de la oreja.

Lo bueno que tiene "Marte" es que se trata de una de esas películas que mientras las ves puedes dedicarte a otros temas sin que pase nada. Esto se agradece sobretodo si tienes tareas pendientes en casa. A mí me dio tiempo de ordenar un par de estanterías de libros y de prepararme la cena.

Hay que reconocer que los escenarios están muy bien y aunque uno de los modelitos marcianos del protagonista parece el traje de El Hombre Hormiga, se nota que hay la suficiente pasta invertida para que el diseño de producción resulte aparente. 

En uno de los momentos más angustiosos a Damon se le perfora el casco y lo pasas mal. Pero luego te alegras al comprobar que tenga tan a mano la cinta aislante, cosa que cuando tú estás en casa y la necesitas, nunca sabes dónde la has metido. Y sí, hay que reconocer que el personaje principal se desenvuelve a las mil maravillas en plan McGyver espacial y el hecho de que se pase casi toda la película interactuando consigo mismo, hace que Damon parezca mejor actor de lo que es, porque como no tiene a nadie al lado para compararse, da el pego. 

Sin duda, el momento cumbre de la historia está en el tramo final, ciertamente emotivo. Te viene a la mente "Salvar al Soldado Ryan", claro. Porque es un poco lo mismo, ¿no? Organizar una expedición de rescate por todo lo alto para traer de regreso a un tío con poco sentido de la orientación.  Que ésa es otra. Mucha emotividad, mucho abrazo, mucha alegría a nivel planetario, pero no puedes evitar que el tipo concienciado que se pasa el día arreglando el mundo a base de clicks en las redes sociales que hay en ti, se pregunte: "¿o sea que vale la pena invertir miles de millones de dólares en salvar a un puto jardinero en Marte en lugar de irte a África a dar de comer a los críos y arreglar el asunto del Hambre en la Tierra de una vez por todas?" Pero bueno, al fin y al cabo esto es Cine y no vamos a dejar que la vida real nos lo fastidie.

El Milagro De Morgan Creek, de Preston Sturges

La screwball comedy, independientemente de su calidad, es lo que tiene: o es, o no es. Igual que los westerns. Cuesta mucho encontrar un filme actual que pertenezca a uno de esos géneros y no parezca un pegote, algo postizo. Influye la dirección, influyen el guión y los diálogos, influyen los intérpretes... pero hay algo más, algo afortunadamente intangible que no resulta sencillo extraer en el análisis. Es como si cada fotograma contuviese un hálito especial, fruto de la época, para bien o para mal, y no reproducible en laboratorios. Me da igual que sean los Coen quienes lo intenten: No-es-lo-mismo.

El Milagro de Morgan Creek no es lo mejor de Sturges y en muchos aspectos ha quedado bastante desfasada. En otros, sin embargo, resulta audaz en estos tiempos de corrección política. Sus protagonistas no han pasado a la historia en un primer nivel de presencias del cine clásico. Y sin embargo, una vez vista, resulta imposible imaginar a otros intérpretes que pudiesen hacerlo mejor. A Betty Hutton la recordamos de muchas otras apariciones, y evidentemente su vis cómica ha pasado a ocupar su pequeño espacio en las cinematecas, pero Eddie Bracken no tanto, es un actor que, por condiciones, podía perfectamente haber llegado a trascender al mismo nivel que un Mickey Rooney e incluso un Jerry Lewis, pero que por algún motivo se quedó anclado en los años 40 y de allí no se movió.


Pues nada, que he disfrutado con esta historia de chica-se-queda-embarazada-de-un-soldado-desconocido y consiguientes enredos a los que se ven arrastrados todos los habitantes de su localidad y en especial su novio, su padre (maravilloso William Demarest), su hermana pequeña, etc. Si has visto las más conocidas de directores como Preston Sturges, siempre es un gustazo descubrir (o re-descubrir) aquellas obras suyas que no has visto tantas veces, pero que contienen toda la esencia de su talento.