jueves, 9 de junio de 2016

Pet Sounds, The Beach Boys

Llevo toda la semana dándole al "Pet Sounds" a todas horas y reconozco que merece la fama de obra maestra del Pop que arrastra. Peeeeeero, a título estrictamente personal, le faltan guitarras. Sí, ya sé que con más guitarras sería totalmente distinto y por tanto resulta absurdo el decirlo. Pero es lo que hay. 

Lo que ocurre es que en mi cabeza imagino esas mismas melodías y arreglos preciosistas engrandecidos con buenas guitarras sesenteras y me pongo muy palote. El resultado podría parecerse al "Forever Changes" de Love. Aunque igual otro disco igual de bueno que el "Forever Changes" tal vez sería demasiado y podría provocar que el Universo implosionase. Mejor dejar las cosas como están. 

miércoles, 8 de junio de 2016

El Club, de Pablo Larraín

Incómoda, dura, angustiosa... Sí, todo eso. Una de esas pelis que desde el primer instante te magnetizan y te contagian un mal rollo importante, que te impiden apartar la mirada y al mismo tiempo te repugnan por lo que cuentan.

Una realidad que está ahí, a ojos de todo el mundo y contra la que por mucho que se alce (tímidamente) la voz, continúa existiendo y sin trazas de cambiar. 

Los personajes de Larraín se desenvuelven con la naturalidad de la bestia, con la suavidad de lo inconcebible instalado en lo cotidiano. Son seres aparentemente huecos, hasta frágiles, y sin embargo contienen en sus cerebros, en sus ¿almas? todo el horror que ningún monstruo de Hollywood puede llegar a transmitir. Hasta que llega Dios a ponerles en su sitio. ¿O no?

¿Qué hay de ese personaje turbio y equívoco que aparentemente irrumpe en el lugar para poner orden? ¿No es, por su forma de comportarse, una especie de traslación del propio Dios que juzga, castiga y perdona? 

"El Club" no da respuestas porque tampoco plantea ningún interrogante. Larraín se limita a narrar un episodio que parece enmarcado en un infierno alternativo, pero que en realidad está a nuestro alrededor, apartemos o no la vista de él.

Grandes actores, impecable puesta en escena y sacudida emocional garantizada.   


viernes, 3 de junio de 2016

Frances Ha, de Noah Baumbach

Me propuse ver esta película con la absurda idea de que era una de las primeras de su director, no sé por qué. Hace algunas semanas había disfrutado bastante con su más reciente "Mientras Seamos Jóvenes" y había leído críticas y comentarios que me hicieron venir ganas de ver "Frances Ha". 

Bueno, pues no. No es de las primeras películas de Baumbach, porque cuando la hizo ya llevaba dirigidas unas cuantas. Pero es que en el momento en que empecé a verla no sólo me dio la sensación de estar ante un ejercicio primerizo, sino que todo en ella me retrotrajo a los años noventa: el blanco y negro como sublimación de lo "indie", la propia trama (o la ausencia de ella, que también es común en estos casos), los personajes, etc. Y resulta que la película es del año 2012. Total, que me pasé bastante rato viendo la peli con el ceño fruncido. 

Dicho lo cual, ¿merece la pena? Pues qué quieres que te diga... Yo no he terminado de ver demasiados motivos para recomendarla y mucho menos para ensalzarla del modo en que lo han hecho algunos críticos y bastantes espectadores. Todo en esta película me transmite una sensación de "deja vu", de pretendida naturalidad que en ningún momento deja de resultar impostada y anacrónica. La propia naturaleza del personaje principal, interpretado por la co-guionista Greta Gerwig, es otra especie de criatura de Frankenstein que parece hecha con pedazos de muchas antiheroínas torpes-pero-divertidas de filmes precedentes, sin obviar la recurrente pátina de "woodyallenianismo", que siempre viste mucho. 

Algo que tiene mucha importancia aquí, como son los diálogos, que en la aludida "Mientras Seamos Jóvenes" son verdaderamente graciosos por su excentricidad, en ésta parecen metidos con calzador, resultando que en lugar de "raros pero divertidos" suenan "raros pero raros".

Hombre, yo no digo que todo en la película apeste. Algo de la brillantez de Baumbach sí encontramos en el guión, como el viaje de la prota a París, las circunstancias en que se produce, cómo se desarrolla y cómo termina. Pero son momentos que aparecen con cuentagotas. 

Y si el interés que me ha despertado la protagonista es entre mediano y nulo, no digamos ya el del resto de personajes, con mención especial para su amiga íntima: un auténtico pegote sin el menor atisbo de personalidad o riqueza. Especialmente absurda está en una secuencia en la que aparece completamente borracha, porque su modo de comportarse es exactamente igual de forzado y falso que cuando está sobria.

En fin, yo creía que a estas alturas el cine independiente a la americana debía ofrecer algo más, una vez superados sus postulados iniciales. Pero por lo visto, todavía hay quien hace palmas con las orejas cuando le ofreces lo mismo de siempre, pero regurgitado y con olor a pasado de fecha. ¿Alguien dijo postureo? Voto por ello.

Al final no sé si me resulta más deprimente haberme pasado 85 minutos intentando encontrarle la gracia a esta nadería, o descubrir que coincido en algo con Carlos Boyero.

jueves, 2 de junio de 2016

Regreso a Ítaca, de Laurent Cantet

El cine francés no ha sido nunca una de mis preferencias, sobretodo si hablamos de la época actual. Sin embargo, sí hay un puñado de cineastas que me interesan muchísimo. Gente como Philippe Claudel, Agnès Jaoui, Jacques Audiard... y Laurent Cantet, desde luego. 

Un cineasta bastante "culo inquieto", al que ahora le ha dado por irse a Cuba y contar historias enmarcadas en aquel lugar. La anterior era de episodios ("Siete Días en la Habana") y no la he visto, pero "Regreso a Ítaca" me ha encantado. 

Me ha gustado tanto como me gustaron "La Clase", "El Empleo del Tiempo" o también "Hacia el Sur", que tenía en común con la que nos ocupa el apartarse de una situación geográfica más o menos controlada, para buscar nuevos marcos visuales, sociales y vitales.

Curiosamente, la película de Cantet que menos me ha satisfecho hasta ahora ha sido la menos naturalista y la más narrativa; la más, casi podría decirse, literaria: "Foxfire".  

"Regreso a Ítaca" es casi teatro filmado, no nos engañemos. Una de esas narraciones estáticas, con unidad de espacio y tiempo y pocos personajes, que se pasan la película hablando. Lo que ocurre es que cuando, como en este caso, los actores son tan sobresalientes (Jorge Perugorría incluido, quién me lo iba a decir hace algunos años), lo que se cuentan resulta tan atractivo, tan auténtico y el director es tan inteligente en la puesta en escena a la hora de no perderse (ni hacer perderse al espectador) ni un solo detalle de toda la fuerza narrativa, pues sólo queda disfrutar. El naturalismo extremo de "La Clase" llevado a un nuevo terreno. 

¿Y de qué hablan estos personajes? Pues principalmente del pasado. De su pasado en particular, que en este caso es mucho del Pasado en general de toda o gran parte de la sociedad cubana. Además lo hacen desde este presente tan importante para la Isla. Leonardo Padura es coautor del guión.

Una película sobre el Miedo, con mayúsculas. Para no perdérsela. 


miércoles, 1 de junio de 2016

Consumidos, de David Cronenberg

Le tenía ganas a esta primera novela de Cronenberg. Y no sé muy bien qué esperaba encontrar. O igual lo sabía demasiado bien y por eso no me ha terminado de convencer. Esperaba encontrar una de esas historias turbias y morbosas protagonizadas por personajes excéntricos y de moral discontinua. Y desde luego, mucho de eso hay, por no decir todo. Lo que ocurre es que faltan las imágenes. ¿Ein? Sí, las imágenes. 

Cuando te has acostumbrado al universo de un creador audiovisual, es complicado disfrutar al mismo nivel si cambia el soporte. Podría establecerse un caso paralelo con Neil Gaiman cuando pasa del cómic a la novela, o con David Lynch cuando pasa del cine a la pintura o la música. Es como si algo se perdiese en el camino. Sus almas están ahí, pero faltan piezas emotivas y sensoriales en el puzzle que ha de completar el espectador. Eso, por un lado.

Además, en este caso concreto, da la sensación de que Cronenberg ha pretendido contentar un poco a sus fans, llevándoles por el camino fácil y tratando de introducir elementos e ideas que parecen salidos de prácticamente toda su filmografía. Pero un poco a lo tonto, sin frescura ni excesiva gracia. O cuanto menos, de sus títulos más celebrados: hay médicos, hay periodistas, hay artistas, operaciones, morbo, obras de arte, muertes, tecnología... Especialmente irritante me ha parecido ese afán por demostrar hasta qué punto sus personajes (y él, por extensión) dominan los últimos adelantos en gadgets electrónicos, como queriendo alzar la voz casi a modo de justificación: "Eh, que me hago viejo pero todavía estoy a la última". 


En fin, manías personales aparte, hubiera preferido una novela más introspectiva, más oscura y menos autocomplaciente. ¿Algo en la línea de "Spider", tal vez? Lo cual no quiere decir que no se trate de una obra recomendable, ojo. Tan recomendable como pueda ser leerte el guión de "Inseparables" o "Crash". Además, siempre habría podido ser peor. Siempre habría podido ser algo en plan "Promesas del Este", (Agh!).

sábado, 28 de mayo de 2016

King Kong Contra Godzilla, de Ishiro Honda

En algún momento del espacio de tiempo que va de 1933 a 1962, alguien pensó que sería una buena idea dejar de utilizar la técnica de stop motion para King Kong por estar demodé y que sería mucho mejor meter a un tío dentro del traje. Bueno, pues no lo fue. 

Y hasta aquí.

viernes, 27 de mayo de 2016

Marte, de Ridley Scott

Al principio parece un capítulo extendido de Bricomanía, cambiando al presentador por Matt Damon, eso sí. Pero luego ya se va asentando el asunto y el resto del reparto empieza a justificar su sueldo. Que sí, que con los años Jeff Daniels ha desarrollado gran habilidad en el gesto de torcer la boca y es algo que la gente lo agradece, pero yo soy el productor y tendría la mosca detrás de la oreja.

Lo bueno que tiene "Marte" es que se trata de una de esas películas que mientras las ves puedes dedicarte a otros temas sin que pase nada. Esto se agradece sobretodo si tienes tareas pendientes en casa. A mí me dio tiempo de ordenar un par de estanterías de libros y de prepararme la cena.

Hay que reconocer que los escenarios están muy bien y aunque uno de los modelitos marcianos del protagonista parece el traje de El Hombre Hormiga, se nota que hay la suficiente pasta invertida para que el diseño de producción resulte aparente. 

En uno de los momentos más angustiosos a Damon se le perfora el casco y lo pasas mal. Pero luego te alegras al comprobar que tenga tan a mano la cinta aislante, cosa que cuando tú estás en casa y la necesitas, nunca sabes dónde la has metido. Y sí, hay que reconocer que el personaje principal se desenvuelve a las mil maravillas en plan McGyver espacial y el hecho de que se pase casi toda la película interactuando consigo mismo, hace que Damon parezca mejor actor de lo que es, porque como no tiene a nadie al lado para compararse, da el pego. 

Sin duda, el momento cumbre de la historia está en el tramo final, ciertamente emotivo. Te viene a la mente "Salvar al Soldado Ryan", claro. Porque es un poco lo mismo, ¿no? Organizar una expedición de rescate por todo lo alto para traer de regreso a un tío con poco sentido de la orientación.  Que ésa es otra. Mucha emotividad, mucho abrazo, mucha alegría a nivel planetario, pero no puedes evitar que el tipo concienciado que se pasa el día arreglando el mundo a base de clicks en las redes sociales que hay en ti, se pregunte: "¿o sea que vale la pena invertir miles de millones de dólares en salvar a un puto jardinero en Marte en lugar de irte a África a dar de comer a los críos y arreglar el asunto del Hambre en la Tierra de una vez por todas?" Pero bueno, al fin y al cabo esto es Cine y no vamos a dejar que la vida real nos lo fastidie.